Karen Hallam, joyas de plata que te acompañan toda la vida
De estudiante ganaba un dinero extra con el diseño y venta de sus joyas y, estando embarazada de su primer hijo, mientras trabajaba de profesora de inglés y gracias al tiempo libre que las clases le dejaban, se apunto a un curso de diseño de joyas. Casi al término de este curso, montó su propio taller y, de eso, hace ya 27 años. Desde el primer momento, sus creaciones tuvieron una gran aceptación. Expuso en una galería de arte y, en el año 93, abrió su primera tienda en la vecina calle de Piamonte. Todo fluía desde un comienzo.
Karen vive en la Plaza de Chueca. Se le llena la boca al decir que Salesas es su casa y nos cuenta un pequeño secreto: “encontré este local al salir de la inauguración de un bar que había abierto aquí al lado. Cuando lo vi pensé, es lo que necesito, tienda y taller en un mismo sitio”.
Muchas de las joyas que se adquieren, vienen de un momento emocional, una graduación, un 21 cumpleaños… igual lo llevas unos cuantos años, después lo guardas en un cajón, para volver a sacar esa pieza y vestirla de nuevo. Esa atemporalidad me gusta mucho.
Karen nos cuenta que antes trabajaba más las colecciones. Sin embargo, con los nuevos tiempos, esas piezas que salen de su taller joyería de la Travesía de Belén, 2 son más atemporales, muy duraderas, algo que es visto como una muestra de sostenibilidad: “antes hacía dos colecciones al año y, ahora, es la inspiración y las nuevas ideas, las que marcan el ritmo de la producción. Muchas de las joyas que se adquieren, vienen de un momento emocional, una graduación, un 21 cumpleaños… igual lo llevas unos cuantos años, después lo guardas en un cajón, para volver a sacar esa pieza y vestirla de nuevo. Esa atemporalidad me gusta mucho”.
Trabaja casi al 100% en plata, algo en latón y algunas piedras pero la plata es la protagonista. “La plata es un metal noble que es muy agradable de trabajar”, nos explica Karen desde la mesa que recibe a todos los que entran a descubrir su piezas únicas.
Inspiración y estilo propio
“Cuando diseñas, la inspiración viene de todos lados. Dibujo con papel y lápiz. Muchas veces vislumbro una forma, la dibujo y después la diseño”, nos explica con gran naturalidad Karen Hallam, que no pierde la sonrisa en ningún momento. “Gran parte de la fuerza de mis joyas creo que proviene de mi falta de expertise, me limito a lo que se hacer y eso es mejor para mí. Hay gente brillante que pasa 30 años pensando en lo que quiere hacer. A mí me pasa al revés, conozco mis limitaciones y esto se ha convertido en una fuerza y todo lo hace más sencillo. Pero no es tan fácil, a veces quieres hacer algo sencillo y que, a la vez, diga algo. Me he quedado en mi propio estilo. En definitiva, creo que mi debilidad ha sido mi fuerza”.
Preguntada por cómo es ver su creación en manos de la Reina Letizia, el anillo original hecho a mano en plata maciza, del que “es inseparable”, nos cuenta que “ha sido una honor y una suerte”, y es que esta londinense, afincada en Salesas nos cuenta que la joya que luce la Reina es uno de sus anillos favoritos.
Lo que me gusta de mis joyas es que, la gente que las personas que las llevan, se sienten más ellos mismos. El toque más personal, el toque que les define, se lo da la joya.
“Lo que me gusta de mis joyas es que, la gente que las personas que las llevan, se sienten más ellos mismos. El toque más personal, el toque que les define, se lo da la joya”. Las joyas de Karen Hallam no tienen edad, ni un público definido, la “mujer Karen Hallam” es toda mujer. Y es Karen nos cuenta que su público es muy amplio, desde niñas a mujeres mayores, y que si se caracteriza por algo, es por la sensibilidad. Sus precios, como ella misma los define “son asequibles pero no baratos pero si quieres una pieza que la vas a tener por muchos años, es una buena compra”. Nos cuenta que, en más de una ocasión, alguna clienta que ha perdido una de sus piezas, viene y ella misma le hace la pareja, “no es necesario que compres un nuevo par, yo te hago la pieza que has perdido”. También habla de cómo se acercan con piezas que vienen después de diez años para que les den un pulido o un baño de oro para las joyas que ha vendido y a las que las clienta quieren darle un nuevo estilo, nos cuenta esta artesana que no ha perdido su acento inglés a pesar de llevar más de dos décadas residiendo en el corazón de Madrid, en Salesas.
Calidad, exclusividad, elegancia, materiales nobles… enumeramos en nuestra conversación en una mañana lluviosa del otoño madrileño. Karen se ríe y responde a la pregunta de qué adjetivos faltan en esta enumeración que “con que mis clientes digan que les gustan, me vale”.
La entrevista es cuidadosamente interrumpida por una clienta que, al entrar, dice: “vengo porque el otro día mi hija dice que vio en el escaparate…”. Karen la recibe con la sonrisa perenne y al terminar, afirma estar muy contenta con su pequeño equipo, con el funcionamiento de la tienda y con el feedback que recibe de la gente, y nos responde a la pregunta sobre qué le depara el 2020: “llegada a esta edad no sé lo que me deparará el futuro, sólo quiero seguir como estoy. No news, good news”, asiente cuando le referimos a esta frase anglosajona. “No obstante no sé lo que voy a hacer y personalmente me gustan mucho los cambios buenos”.